miércoles, 1 de julio de 2009

El presidente Chávez y su irrespeto hacia los Hondureños

Debo reconocer que el mandatario dictador de la República Bolivariana de Venezuela, el señor Comandante don Hugo Chávez, tuvo un momento de inspiración suprema, para lo cual supongo que necesitó utilizar el 100% de su de su corteza de Broca cuando, en un instante de sublime creatividad, le cambió el apellido al nuevo presidente de Honduras, Roberto Micheletti Bahin.

Los apellidos propuestos por el dictador son dos: Peleleti y Gorileti. Voy a ayudar un poco al presidente Chávez a escoger el más idóneo. Para comenzar, Peleleti hace alusión a un pelele, a un muñeco cuyos hilos son movidos por un ente externo, una mente ajena a la voluntad del muñeco o pelele. Descarto completamente esta opción. Si hay algo que me consta es que el señor Micheletti no es un pelele. Desde un inicio, reconozco que fue uno de los pocos en oponerse férreamente a las disposiciones viciadas de ilegalidad del ex presidente Zelaya. Casualmente, el apelativo le calza mejor al ex presidente, quien a partir de su alianza con Hugo Chávez a bailado a su son. Además, continúa haciéndolo. Prueba de ello es que no le importa arriesgar su vida y su libertad con tal de recuperar los muchos millones de dólares de Chávez (o más bien del pueblo Venezolano), olvidados por Zelaya en Honduras por haber tenido que salir a toda prisa, para lo cual Zelaya ha anunciado un viaje a Honduras a pesar de la orden de captura por 18 diferentes cargos. Por lo tanto, Peleleti descartado. El apellido le va mejor a los subalternos del presidente Chávez.

El segundo apellido propuesto por Chávez, Goriletti, es mejor, y además, más simpático. Me recuerda al personaje de aquel juego de Nintendo. ¿Cómo se llamaba? Ah si, Donkey Kong, muy simpático, y además tenaz y perseverante en salvar a la princesa. Mejor, pensándolo bien, me recuerda más a Copito de Nieve, aquel gracioso y simpático gorila albino español, único en su clase. Ese sí le va bien al presidente Micheletti debido a su caucásica y exuberante blancura de conquistador español (o italiano, en este caso). Es de más caché que Peleleti, y el presidente podría usarlo en ocasiones especiales, alternándolo con su verdadero apellido, como en cócteles, o cuando necesite darle más realce a su presencia.

De cualquier manera, no es la primera vez que el presidente Chávez ofende a los hondureños. En su última visita a Honduras se refirió a nosotros como PitiYankis, en nuestra cara y en nuestro territorio, faltándonos flagrantemente el respeto, como si estuviera refiriéndose a un conjunto de peleles sin dignidad. Presidente Chávez, le diré algo que no nos gusta a los hondureños: la forma en la que el ex presidente Manuel Zelaya, que a pesar de ser olanchano y de una estatura nada despreciable, se rinde sumisamente a sus pies, como corderito, al ser llamado con el apelativo altisonante de “Comandante Vaquero”. Entonces, al señor Manuel Zelaya se le inflama el pecho y se le ve el brillo de amor, admiración y servidumbre incondicional en sus ojos. A los hondureños varones hechos y derechos no nos gusta eso. No nos gusta esa mirada vidriosa en los ojos de nuestro presidente cuando otro presidente lo adula, lo acaricia con sus halagos, y luego le ordena que pisotee la constitución de nuestro país.

Los hondureños somos gente de paz. Durante la presente crisis hemos podido distinguir, claramente, dos tipos de manifestaciones. Aquellas pacíficas, conciliatorias, multitudinarias, realizadas por los que están de acuerdo con la destitución de Manuel Zelaya Rosales, y aquellas otras conformadas por grupúsculos agresivos, armados con piedras y palos, golpeando a los servidores del orden público y a cuanta persona decente se cruce por su camino, ensuciando las ciudades, rompiendo el orden y vociferando a viva voz, “viva Mel, muera Micheletti” y otras consignas, liderados por agitadores profesionales extranjeros con franco acento venezolano o nicaragüense, realizando no solo actos vandálicos sino algunos que pueden ser considerados como terroristas, como la carga explosiva que fue activada anoche en una importante radio de nuestro país. Alguien dijo: los buenos somos muchos, los malos, pocos. Yo digo, los malos son poquísimos, pero armados y violentos, y muchos de ellos adiestrados para infligir daño en supuestas manifestaciones callejeras. Déjeme decirle, presidente Chávez. En Honduras, la mayoría de los hondureños rechazamos rotundamente sus métodos violentos para apoderarse de los países, el terrorismo, las mentiras continuadas ante el mundo, y su totalitarismo del siglo 21, doctrina antinatural en esencia. Honduras, es para los hondureños y para los estranjeros de paz, y moriremos defendiéndola de tiranos como usted que quieran usurparla con métodos malignos. Tengo la convicción y la plena seguridad de que estoy hablando en nombre de más del 90% del pueblo hondureño.

Yo no pertenezco a la que el Presidente Chávez llama “oligarquía Hondureña”. Nuestra clínica médica, en donde brindamos atención médica a personas de todos los estratos sociales, está ubicada en un populoso sector de mi ciudad San Pedro Sula. A pesar de los altos índices delincuenciales y la escasa solvencia económica de los residentes de dicho sector, continuamos trabajando por la salud de nuestro pueblo. También trabajo en la investigación genética y genómica de distintas enfermedades en la etnia Garífuna, sin remuneración de ningún tipo y autofinanciado. No soy político y nunca he trabajado en política. No soy seguidor del actual presidente Micheletti. Soy más bien de corte populista. Pienso que nuestro país necesita cambios profundos, especialmente en los sistemas de educación, salud y administración de la justicia. Además, soy liberal por convicción, y voté por el ex presidente Zelaya en las últimas elecciones. Es más, lo apoyaba en su gestión gubernamental y consideré acertadas algunas medidas de su gobierno, como el oponerse a la pena de muerte. Esto hasta el momento en que, como si de un arrebato súbito de enajenación se tratara, se declaró socialista del siglo 21 subordinado al mando de Chávez. Aún así, le ofrecí el beneficio de la duda. Sin embargo mi decepción fue en aumento a medida que observaba como Zelaya mancillaba las leyes y la constitución hondureñas, a la vez que mostraba un servilismo enfermizo hacia el presidente Chávez.

¿Saben ustedes quien nos alertó? El pueblo venezolano, que nos dijo “no se dejen del tirano. A nosotros nos cogió por sorpresa. Ustedes están alertados. No subestimen al monstruo. Nosotros lo subestimamos”. Nosotros solo oímos y actuamos en consecuencia, para el bien nuestro y de nuestras futuras generaciones. Parece mentira, pero algo bueno ha hecho el presidente Chávez por Honduras: nunca antes en mi cortísima vida de muchacho cuarentañero había visto a los hondureños más unidos por una causa que en esta ocasión (con la excepción de los partidos de la Selección Nacional de Futbol, claro está). Que tenga un buen día.

2 comentarios:

  1. "Irrupción violenta en el domicilio del presidente sin orden legal, secuestro de su persona y su familia, su expatriación, secuestro de ministros, secuestro de canciller y familia, detención ilegal de dirigentes políticos y sociales, falsificación de firma de falsa renuncia fechada con tres días de antelación, interrupción del servicio eléctrico, cerco de aislamiento mediático, represalias contra medios informativos independientes, toque de queda extendido por cinco días, control militar de carreteras, bloqueo a transportes y represión a las manifestaciones populares; recluta compulsiva de jóvenes entre 15 y 26... Huelga general de organizaciones sindicales y marchas y movilizaciones masivas en las calles... Pero en Honduras no pasa nada, qué va, no hay golpe... no es un perro , es un lindo gatito..."

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