viernes, 9 de diciembre de 2016

PARALELOS HISTÓRICOS Y ABUSOS DE PODER EN HONDURAS



Por Dennis M. Starkman

Juan Manuel Galvez
Dr. Juan Manuel Gálvez en el billete de "50 pesos", casualmente icono del juanorlandismo
Honduras enfrenta hoy una amenaza contra su frágil democracia, débilmente construida sobre esperanzas de prosperidad y paz, a manos de hombres a quienes, con penosa abundancia, los valores, la patria y el honor nacional y el de sus familias poco ha importado. 

Tampoco les ha importado, evidentemente, las lecciones que les ha dejado la historia.
Don Tiburcio Carías Andino fue sucedido en el poder por el Dr. Juan Manuel Gálvez, hombre visionario que estaba muy adelantado para sus tiempos. Habiendo emprendido aperturas y liberalizaciones, don Juan Manuel Gálvez provocó con sus reformas muchas inquietudes graves y en consecuencia, el Dr. Tiburcio Carías, quien no estaba de acuerdo con su gestión, decidió retomar el poder postulándose como candidato del Partido Nacional de Honduras para el siguiente proceso electoral.
Democrata vs. Dictador
Dr. Juan Manuel Galvez y el General Tiburcio Carías Andino
El Dr. Tiburcio Carías provocó con ello una crisis a lo interno de su Partido Nacional, pues muchos entre sus miembros no encontraron mérito en su candidatura y temían que su nuevo ascenso a la presidencia impediría la creación de nuevos espacios políticos para ellos.

De tal manera que el Partido Nacional acudió a elecciones pero divididos, y el Partido Liberal de Honduras se aglutinó alrededor de la figura del Dr. Ramón Villeda Morales, quien obtuvo la mayoría en los comicios del 10 de octubre del año 1954.

Sin embargo, como en aquel entonces las elecciones presidenciales eran indirectas de modo tal que los diputados eran quienes elegían al presidente, el Dr. Villeda Morales quedó corto en alrededor de ocho mil votos para asegurar la mayoría necesaria en el Congreso Nacional, y por ello no pudo ese año ser el Presidente de la República.

Eso, a su vez, dio lugar a otra crisis política más grave aún, pues el Dr. Juan Manuel Gálvez renunció a su cargo alegando razones de salud, y el vicepresidente, don Julio Lozano Díaz asumió la presidencia.

Don Julio Lozano Díaz comenzó conformando una coalición junto con los demás partidos políticos y su desempeño durante la primera etapa de su gobierno le generó simpatías y un amplio respaldo popular, a pesar de que disolvió el congreso y lo sustituyó por un Consejo Consultivo de Estado, integrado por miembros de los demás partidos políticos; conspicuamente, del Partido Liberal.  El hecho que su antecesor promovió reformas y un proceso de modernización hizo posible que don Julio Lozano tuviera de dónde echar mano para tomar medidas que le generaron algún grado de aceptación en esa etapa inicial de su consolidación en el poder.
Presidente de Honduras
Sin embargo, don Julio Lozano pronto hizo evidente que no tenía planes de entregar el poder y hasta envió al exilio al Dr. Villeda Morales y a otros opositores políticos. A pesar de anunciar en cadena nacional que él sería “un sol ‘magnífico’ que a todos ilumina y a ninguno quema”, la verdad es que se aferró al poder de manera implacable.

Su gestión terminó con una insurrección que condujo a la intervención de las Fuerzas Armadas quienes conformaron una junta militar que gobernó hasta que se celebraran nuevas elecciones en las cuales fue electo (y gobernó efectivamente hasta casi la conclusión natural de su período) el Dr. Ramón Villeda Morales de ampliamente querida recordación.

Las lecciones de aquellos días deberían guiarnos en esta etapa que vivimos en nuestra historia.
Hoy, al igual que en tiempos de don Julio Lozano, el gobierno ha echado mano de otros partidos políticos que le han permitido hacer que sus pretensiones prosperen en el entramado legal de las sesiones legislativas. Y ahora, al igual que antes, el Partido Liberal como antiguo y tradicional partido político, tiene sectores dispuestos a congraciarse con quienes gobiernan en una especie de estado de negociación permanente que permite a todos hacer lo que quieran sin ulteriores consecuencias.

Sin embargo, eso no conduce al éxito de la nación ni al desarrollo humano y mucho menos al fortalecimiento de la economía. Gobernar produce un desgaste importante que afecta a los buenos gobiernos; mucho más aún a los malos gobernantes y sus terribles gestiones.

Es la institucionalidad y la legalidad lo que convierte a una sociedad en una entidad saludable, próspera, segura de sí misma. 

Don Julio Lozano intentó dar continuidad a los proyectos y reformas de su antecesor, el Dr. Gálvez, verdadero reformador y hombre con visión y claridad respecto de los objetivos permanentes del Estado y la República. Si algún mérito tuvo don Julio Lozano Díaz, fue aplicar las mismas políticas y proyectos del Dr. Gálvez, porque no tenía las luces para hacer ninguna otra cosa. En contraste, el Abogado Hernández, no solo carece de la visión y las luces propias, sino que además no tiene de dónde sacar ideas ni proyectos, más que los de Daniel Ortega para perpetuarse fraudulentamente en el poder.

En consecuencia, la mala gestión e inmoralidad del gobierno actual han despertado tremenda indignación, que ya se manifestó de manera impresionante en el pasado reciente y permanece latente. Estudiantes universitarios, al igual que en aquellos años, mantienen vivo el espíritu de desafío y protesta ante un proyecto político mediocre que ha llegado a poner en jaque a la República tan solo por la ineptitud de la oposición formal. Antes al igual que hoy, la oposición no supo consolidarse y hacerse un nudo para enfrentar una amenaza común… hasta que llegó una última gota a derramar el vaso de agua y el gobierno de don Julio Lozano fue derrocado por las Fuerzas Armadas.
John Kennedy
Presidente Ramón Villeda Morales junto al Presidente John Kennedy
Honduras debe cerrar filas contra el inminente dictador. La historia nos enseña que quien se reelige, se queda. Y no hay hasta la fecha de hoy un presidente hondureño que merezca reelegirse o volver a ser electo.
Los terribles y vergonzosos escándalos que han sacudido la conciencia nacional durante los últimos años no parecen ser suficientes para repudiar al tirano. Honduras está en franco desorden y nadie está seguro de cuál es su lugar, o cuál debería ser su papel. Tan solo el círculo que rodea y respalda al presidente tiene la claridad de misión y propósito que les permite superar todo lo que la oposición les lance… por los momentos. También las Fuerzas Armadas tienen la fortaleza y la disciplina para cumplir sus misiones; falta tan solo que esa misión sea la que constitucionalmente le corresponde a la institución armada.
No es necesario que se aseste un golpe de estado para derrocar al actual gobernante. Basta con que se le impida avanzar con su proyecto continuista. Que termine su período y entregue el poder el 27 de enero de 2018. De lo contrario, la lección que nos dejará la historia será dolorosa. Como bien dicen las abuelitas, “el vivo a señas y el tonto a palos”. 
Honduras


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